lunes, 8 de marzo de 2010

Españoles que ayudaron contra el genocidio nazi

Tras la película "La lista de Schindler" (Steven Spielberg, 1993), se han encontrado muchas buenas personas que ayudaron a la humanidad a salvarse del holocausto. Aquí hay una relación de los españoles que participaron, y en el enlace está la lista por países.


Ángel Sanz Briz (1910 - 1980) fue un diplomático español. En 1944 contribuyó a salvar la vida de unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto, proporcionando pasaportes españoles, en un principio a judíos que alegaban origen sefardí, y posteriormente, a cualquier judío perseguido. Por estos hechos, fue reconocido como Justo entre las Naciones.

Eduardo Propper de Callejón (1895 - 1972) fue un diplomático español. Mientras estuvo destacado en la embajada de París, prestó su ayuda para la huida de miles de judíos perseguidos durante la Segunda Guerra Mundial, desde la Francia ocupada hacia España, hechos por los que fue distinguido como Justo entre las Naciones en octubre de 2007.

Bernardo Rolland de Miota, diplomático español que, desde su posición de Cónsul General de España en París (1939-1943) evitó la confiscación de los bienes de un puñado de judíos sefarditas. Intercedió por 14 judíos españoles enviados al campo de Drancy y organizó la repatriación de otros 77, trabajo que terminó Alfonso Fiscowich. Su actuación en favor de los judíos provocó graves tensiones con las autoridades alemanas de la Francia ocupada y con el entonces Embajador de España, Félix de Lequerica.

José Rojas Moreno, fue un diplomático español que, desde su posición como Embajador de España en Bucarest (Rumanía) (1941-43) consiguió que se revocasen los decretos de expulsión dictados contra un grupo de judíos sefarditas y la promesa formal que, en el futuro, ninguno de ellos sería expulsado.

Miguel Ángel de Muguiro, diplomático español que, desde su lugar a la Embajada de España en Budapest (Hungría), contribuyó a la salvación de judíos perseguidos por el gobierno pro-alemán de Miklós Horthy. En un ambiente de pogromos, persecuciones por las calles y campos de tránsito organizados por los nazis húngaros de la Cruz Flechada para concentrar a los judíos antes de su envío a los campos de exterminio, Miguel Angel de Muguiro, como Encargado de negocios, escribió a Madrid escandalizado por los registros y las palizas que practicaban los miembros de las SS.

Sebastián Romero Radigales, fue un diplomático español que desde su lugar como Cónsul General de España en Atenas (1943-1944) organizó la repatriación por tierra, mar y aire de los judíos de origen sefardita. Ante las objeciones para su entrada en España, propuso Marruecos. Entre marzo y junio de 1943, 48.000 judíos de Salónica fueron deportados al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Romero Radigales actuó para intentar liberar a los deportados sefardíes. Saltándose a las autoridades alemanas, consiguió trasladar 150 sefardíes desde Salónica a Atenas.

Julio Palencia Tubau, fue un diplomático español que, desde su lugar como Ministro de la Embajada de España en Sofía (1940-1943) denunció la legislación antisemita del gobierno búlgaro - que afectaba a 50.000 judíos - y va a interceder ante Bulgaria y Alemania para proteger los derechos y bienes de 150 judíos sefardíes. Se enfrentó sin éxito con las autoridades nazis para evitar la ejecución del judío Leon Arie, los hijos del cual adoptó para que pudiesen salir del país y reencontrarse con su madre. El embajador de Alemania en Sofía calificó a Julio Palencia de «fanático anti-alemán» y «amigo de los judíos».

Juan Schwartz Díaz-Flores, diplomático español que, como Cónsul de España en Viena (Austria) contribuyó a la salvación de judíos perseguidos por los nazis.

José Ruiz Santaella, funcionario español del cuerpo diplomático. Como agregado en la embajada de Berlín en los años 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyó, con la ayuda de su esposa Carmen Schrader, a salvar la vida de Gertrud Neumann, Ruth Arndt y Lina Arndt, perseguidas por su condición de judías por el Tercer Reich.




Revelaciones sobre el holocausto 14: Cónsules contra el genocidio
Eduardo Martín de Pozuelo

Fuente: La Vanguardia

Francia y Alemania fueron el brutal escenario del peor nazismo, al que diplomáticos españoles se enfrentaron incumpliendo las órdenes de su ministro para salvar a judíos | Rolland de Miota, cónsul español en Francia, expidió centenares de cartas de protección a judíos | Santaella, diplomático español en Berlín, salvó a una familia de judíos ocultándola en su casa berlinesa

El 12 de marzo pasado el Museo del Holocausto E de Jerusalén (Yad Vashem) concedió a título póstumo la calificación de Justo entre las Naciones al diplomático español Eduardo Propper de Callejón en reconocimiento por la ayuda que prestó a judíos que huían de los nazis. Los hijos de Propper, Felipe y Elena, recogieron una medalla y un diploma en una emotiva ceremonia celebrada en el Jardín de los Justos del Yad Vashem, una institución que en el 2007 recibió el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. El caso de Propper de Callejón demuestra que los hechos relatados en el capítulo anterior sobre diplomáticos españoles que salvaron a judíos de las garras del nazismo no fueron episodios aislados.

La realidad es que otros diplomáticos franquistas no comulgaron con la barbarie nazi, sino que se enfrentaron a ella con los medios a su alcance. Así sucedió en la peligrosa Francia colaboracionista e incluso en la Alemania de Hitler. En 1940 había en Francia unos 300.000 judíos, muchos huidos de la persecución nazi, que se agolparon en los consulados neutrales en busca de protección. En ese marco hubo tres españoles que destacaron por su labor humanitaria sin duda a título personal. Fueron el Eduardo Propper de primer secretario de la embajada de España en Francia; Bernardo Rolland de Miota, cónsul general en París, y Alfonso Fiscowich, su sucesor.

Cronológicamente, el primero que actuó en París fue el cónsul Bernardo Rolland de Miota, que en octubre de 1940 - con la capital francesa ocupada desde junio- informó al ministro español de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Súñer, acerca de las medidas antijudías adoptadas por los franceses. Estas disposiciones antisemitas se publicaron en el llamado Statut des Juifs (estatuto de los judíos) que afectaba a los dos mil sefardíes residentes en París, de los que Rolland de Miota se sentía responsable. A Serrano Súñer, cuñado de Franco, no le gustó nada la postura del diplomático, a quien ordenó que tomara una actitud pasiva, alegando que España no podía interferir en las decisiones de otro Estado. Sin embargo, Rolland de Miota desobedeció y siguió a su conciencia, expidiendo centenares de cartas de protección hasta lograr que parte de los sefardíes fueran excluidos del Statut des Juifs. Para justificar su actitud ante los franceses y ante Serrano Súñer, Rolland argumentó que en España no existía ningún estatuto sobre judíos y que por tanto un Estado extranjero o una autoridad extranjera no podían clasificar a los españoles.

En resumen, Bernardo Rolland de Miota no compartió el criterio del pronazi Serrano Súñer, de modo que, basándose en el registro de ciudadanos para el establecimiento de la nacionalidad española creado por Primo de Rivera en 1924, trató de proporcionársela a los sefarditas que no estaban inscritos en el citado registro. Aun así, Serrano insistió en la política de pasividad, a la que Rolland de Miota dio la vuelta, defendiendo los bienes judíos que iban a ser confiscados. Lo que hizo fue ponerlos bajo custodia de administradores españoles, de modo que a la Francia de Pétain le fue difícil aplicarles el Statut des Juifs.Sobre estos trámites hay papeles ahora desclasificados que muestran la insistencia y tenacidad con que este cónsul y su sucesor, Alfonso Fiscowich, abordaron la salvación de los perseguidos.

Así, en agosto de 1941 hubo en París una redada en la que fueron detenidos siete mil judíos. El cónsul español hizo lo que pudo y salvó a unas cuantas familias que ya estaban internadas en el campo de concentración de Drancy. Su labor prosiguió hasta 1943, cuando fue sustituido por Alfonso Fiscowich, quien culminó los trámites de salvación para casi cien personas que había iniciado Rolland de Miota. Luego Fiscowich continuó con la repatriación de los judíos españoles en contra de la política general marcada por el ministerio.

Eduardo Propper también actuó en favor de los judíos desde Burdeos. Cuando las tropas nazis entraron en Francia y se cerró temporalmente la embajada de España en París, Propper marchó con su familia a Burdeos, donde se encontró el consulado español rodeado de miles de personas que trataban de conseguir un visado para huir. Propper pasó una semana firmando visados a todo aquel que lo necesitaba, en contra de las órdenes dictadas por el Ministerio de Exteriores. Su actuación le supuso un castigo profesional. En febrero de 1941, Serrano Súñer lo degradó trasladándolo a Larache (Marruecos). Nunca llegó a embajador.

Pero había un lugar donde a priori parecía imposible adoptar una actitud favorable a los judíos, y este era la Alemania de Hitler. Sin embargo, en pleno Reich, José Ruiz Santaella, agregado a la embajada de España en Berlín en 1944, y su esposa, Carmen Schrader, se ganaron el honor de ser reconocidos mundialmente como héroes por ocultar y salvar a tres mujeres judías, empleándolas como servicio doméstico en su casa.

Corría marzo de 1944 cuando José Ruiz Santaella, ingeniero agrónomo, fue nombrado agregado en la embajada de España en Alemania y se instaló con sus cuatro hijos en una finca sita en Diedersdorf. Su talante cristiano opuesto al de los nazis hizo que los Santaella se ganaran la confianza de Gertrud Neumann, una judía alemana que hasta entonces ocultaba su condición y a la que contrataron como costurera, protegiéndola de los nazis. Entonces Gertrud les explicó que en Berlín había más judíos escondidos y les presentó a la familia Arndt, que también sobrevivía en la clandestinidad. La solución que hallaron los Santaella fue contratarlos a su servicio y ocultarlos en su casa. Para ello fueron a buscarlos a su escondite con el coche diplomático. De este modo la joven Ruth Arndt pasó a ser la niñera de sus cuatro hijos y su madre, Lina Arndt, la cocinera. El doctor Arndt, el padre, siguió oculto y los Santaella le suministraron ayuda y comida. Como medida adicional de precaución para que no fueran descubiertos, Santaella cambió los nombres de las Arndt. Así, Ruth pasó a llamarse Neu y su madre, señora Werner. Las tres mujeres recibieron un sueldo por su trabajo, además de la protección de los Santaella.

Así se mantuvo la situación hasta septiembre de 1944, cuando, ante el avance de los aliados, el Ministerio de Asuntos Exteriores trasladó a Santaella a Suiza. Aunque lo intentaron, no lograron llevarse consigo a sus protegidos, pero siguieron ocupándose de la suerte de las tres mujeres, a las que enviaron paquetes de alimentos a través de un funcionario de la embajada en Berlín. La relación entre todos ellos continuó después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, especialmente cuando los Arndt lograron instalarse en Estados Unidos en 1946. El 13 de octubre de 1988, el matrimonio Santaella fue declarado por el Yad Vashem Justo entre las Naciones.

Enlace: http://www.raoulwallenberg.net/?es/prensa/revelaciones-holocausto-14.4871.htm

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