jueves, 22 de marzo de 2012

Para el viaje a Madrid. Cosas que hay que saber.

¿Por qué a los madrileños se les llama "gatos"?
Muhammad I, hijo de Abderramán II fundó Madrid en 852. construyó una fortaleza amurallada que controlaría todo el valle del Manzanares y la Sierra del Guadarrama. Dentro de esta muralla se situaría la almudaina o ciudadela y una pequeña mezquita. La muralla del "magerit" musulmán se construyó con grandes bloques de brillante pedernal, tenía torres cuadradas y tres puertas de acceso: la de la Vega, Arco Santa María y la de La Sagra y varios portillos.

Hubo muchos intentos por conquistar Madrid, la primera vez fue en 924 al mando del conde Fernán González. Más tarde, en 968 Ramiro II de León dejó bastante dañada la fortaleza y el califa Abderramán ordenó fortificar Madrid. Un día de mayo de 1085, las tropas del rey Alfonso VI se acercan a Magerit. Al amanecer llegaron las tropas a la Puerta de la Vega, iban cautelosos para sorprender al enemigo, de repente uno de los soldados se separa del pelotón y comienza a trepar por la muralla hincando la daga por las juntas de la piedra. Subió tan ágilmente que todos empezaron a decir que parecía un gato. Cuando comenzó la lucha el hombre ya había subido arriba, corrió al torreón de la fortaleza y cambió la bandera mora por la enseña cristiana.

En memoria de esta hazaña, desde ese momento él y todos sus sucesores cambiarían el nombre por el de "gato". Desde entonces a todos los nacidos en Madrid se les llaman “gatos”.


La casa de las siete chimeneas.
No hay casa más misteriosa en Madrid que la llamada Casa de las Siete Chimeneas (hoy, sede del Ministerio de Cultura), ya que bajo su techo rondan dos leyendas en las que el único protagonista es el amor.
Este edificio, levantado en 1577 se cree que por Juan Herrera (aunque otras versiones apuntan como arquitecto a Andrés Lurano), sirvió como nido de amor al capitán Zapata y a su esposa Elena, hija de un caballero a las órdenes del rey. Su felicidad fue fugaz: al poco tiempo de contraer matrimonio, Zapata cae en la guerra de Flandes. Después, Elena aparece muerta en su dormitorio (jamás se esclarecieron las causas de su muerte) y su cadáver se esfuma. En los mentideros de la Corte no se habla de otra cosa y todo el pueblo asegura haber visto el fantasma de una mujer caminando entre las siete chimeneas que coronan el tejado de este palacete. Después de recorrer todo el alero se arrodilla, se da golpes en el pecho y desaparece.
Pasados los años, esta casa sería el hogar de un viejo acaudalado y su joven esposa de conveniencia, pero la relación se truncó cuando la misma noche de bodas la joven se quitó la vida. A partir de entonces, se dice que todas las noches su fantasma pasea por el sótano de la casa, tintineando unas monedas que el propio rey le regaló como arras para su desposorio; y es que esta mujer también fue amante de Felipe II. Esta es una leyenda más que he recogido por la red, de este Madrid insólito.
Esta casa fue también vivienda de Esquilache. D. Leopoldo de Gregorio, Marques de Esquilache, era la persona mas influyente en épocas de Carlos III, era el que llevaba la hacienda y participaba en todo tipo de decisiones siendo las de este las mas tajantes, los impuestos eran cada vez mas elevados y encima, hace que los madrileños tengan que vestir como el quiera, ya que prohibió la capa y el sombrero de ala ancha muy de moda por esas épocas, su escusa fue decir que bajo la capa se podían esconder armas y el sombrero de ala ancha por ocultar el rostro.
En realidad por esas épocas las reyertas por las mujeres de mal vivir y el vino eran muy típicas, había buenos mesones por la zona de esta señorial casa, y los jóvenes madrileños eran hábiles con la espada.En 1766 el pueblo salía crispado a la calle para que cesaran ya los continuos abusos del Marqués de Esquilache y se a uno de los primeros sitios donde fueron fue a su casa, siendo esta la situada en la Plaza del Rey, con fachada en la Calle de las Infantas, llamada por las siete chimeneas que la presiden “La casa de las siete chimeneas”. Uno de los mayordomos que vigilaban la casa, impuso gran resistencia al pueblo exaltado, pero esto siendo más consiguió tirar la puerta, este al intentar atacar a la furia humana fue muerto tanto por disparos como por diversos profundos cortes. El resto de servicio no dudo en obedecer al pueblo y no sucedió nada más ya que Esquilache no se encontraba allí. Este al final se tuvo que ir al exilio obligado. También hay quien cuenta que ha visto a un mayordomo paseando por los pasillos que se encuentran cerca de la puerta de entrada.

La Gran Vía.

La villa de Madrid, corte desde 1561, sin embargo no lo parecía a mediados del siglo XIX. Callejas estrechas, un caserío apelmazado y mezquino, poca salubridad y ventilación diferenciaban nuestra villa de otras capitales europeas. Durante el reinado de Isabel II (1833-1868), que fue la época en la que más reformas se propusieron para la villa, se empezó a vislumbrar la posibilidad de crear una Gran Vía que abriese una grieta de modernidad en el inalterable plano de Madrid. Inalterable por el casi nulo crecimiento de la villa, constreñida en sus cercas, en los anteriores doscientos años.El proyecto de ensanche de Carlos María de Castro se presentó en 1860, y en 1859 se inició la profunda reforma de la Puerta del Sol. Era inevitable construir una Gran Vía. Y la primitiva Gran Vía sería creada como consecuencia de la reforma citada. Se prolongaría la calle de Preciados, ya ensanchada en su tramo entre la Puerta del Sol y la plaza del Callao, y llegaría hasta la entonces plaza de San Marcial. La idea es de 1862, y algo se empezó a hacer. Algunas expropiaciones, y -cito a Peñasco y Cambronero, en su artículo referido a la desparecida calle de Peralta- “la casa números 6 y 8 forma una rinconada, porque se construyó el año 1862 para alinear una gran vía que pensó hacerse desde la Plaza del Callao hasta la de San Marcial”. Lo anterior fue escrito en 1889, y ya entonces había otro proyecto, firmado en 1886 por Carlos Velasco y Peinado. Esta idea, ya más factible y ambiciosa, fue la que condujo a Felipe Pérez y González a escribir los versos de La Gran Vía, a los que puso música Federico Chueca, y con ello dieron una de sus obras maestras al Género Chico. Esta vez, la Gran Vía nace y finaliza casi en los mismos lugares que en la actualidad, pero siguiendo una línea recta. Se formaría una glorieta en el cruce con la Corredera Baja de San Pablo y, al final, tras un brusco giro hacia la izquierda a la altura de la calle de Amaniel, enlazaría ya con la plaza de San Marcial. Pero, tampoco. En este caso, la extraña legislación sobre expropiaciones tuvo la culpa. En 1898 de nuevo el Ayuntamiento recoge el proyecto, y se lo entrega a José López Sallaberry y Francisco Andrés Octavio, que lo modifican, y ¡ya tenemos proyecto de Gran Vía!

Parroquia de la Virgen de la Paloma y San Pedro el RealPero no, aún no. No se entrega hasta 1904, y las obras no empiezan sino en 1910. Y terminan... ¡en 1954!Casi cien años para construir una calle son muchos años, pero en Madrid los cambios son siempre muy mal asumidos, y la Gran Vía era un cambio muy grande.En 1910 se iniciaron los derribos de los solares expropiados. La primera víctima fue la casa del cura de la iglesia de San José, en la que Alfonso XIII clavó una piqueta dorada una mañana de abril. Este primer tramo hizo desaparecer la calle de San Miguel, que iba desde la Red de San Luis hasta la calle de Alcalá. Cuando unos años después se terminó, recibió el nombre de Conde de Peñalver, en recuerdo del alcalde que promovió el inicio de las obras.En el segundo tramo se acabó con la mayor parte del trazado de la calle Jacometrezo, y el nombre elegido fue el de Pi y Margall, destacado político del siglo XIX que fue presidente del Poder Ejecutivo durante la Primera República.Y el tercer tramo se inició a mediados de los años veinte y no finalizó hasta que se igualó el terreno en la calle Princesa y se enlazó con la plaza de España. Fue el trozo más destructivo, que más calles hizo desaparecer, y que se llevó por delante el magnífico mercado de los Mostenses, verdadera joya de la arquitectura en hierro. El nombre de este tercer tramo fue en principio Eduardo Dato, presidente del Gobierno asesinado en la Puerta de Alcalá en 1921.
El edificio más imponente de este tramo de la Gran Vía es la sede de la Telefónica. Su autor es Ignacio de Cárdenas PastorPero tras la guerra (durante la misma su nombre popular fue “Avenida de los Obuses”, por los muchos que se dirigían hacia el edificio de la Telefónica), cambian todos los nombres, aunque los madrileños siempre la conocieron como Gran Vía. En 1981 definitivamente adquiere esa denominación. El Conde de Peñalver y Eduardo Dato fueron compensados, respectivamente con las antiguas calles de Torrijos y del Cisne, pero se olvidaron de Pi y Margall, que siguió sin calle en Madrid hasta que los nuevos desarrollos urbanísticos septentrionales permitieron reparar la injusticia.


Estas son solo algunas cosas que vamos a poder ver por Madrid. A continuación os dejo unos enlaces para que podáis seguir las leyendas y las rutas que hay en la Villa y Corte:











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